viernes, 8 de agosto de 2008

El empleado ideal: características, ventajas, manual de uso


¿Qué es lo caracteriza al empleado ideal, esa panacea para toda empresa que se precie de ser "líder en su sector", como clama curiosamente el 95% de las que se anuncian en las ofertas de trabajo y en sus websites corporativos (¿es que acaso puede haber tantos líderes a la vez?)?

Los jefes andan buscando esta tipología desde siempre, y lo que más sorprende es que casi sin excepción, el empleado ideal siempre tendrá que tener una cualidad básica: tener un carácter fácilmente moldeable, para poder ser manipulado por su empresa y sus jefes. No se quiere que "dé problemas", entendiendo esto como tener espíritu crítico, criterio propio e ideas. Se considera "desestabilizante" y que va contra el status quo de la empresa y eso puede ser altamente peligroso.

Peligroso para aquellos que quieren mantener su poltrona sin demasiados sobresaltos. No se quiere a alguien brillante porque haría sombra a su jefe y ¿qué jefe quiere tener a alguien en su equipo que le ponga en evidencia y le saque los colores? Algunas veces, en el colmo de la hipocresía y del sinsentido, ha habido gente "de bien" que ha llegado a justificar acosos morales porque "claro, el pobrecito - el acosador - se había sentido puesto en evidencia delante de todo el mundo". Pues nada: hágamosle sentir bien al acosador, no vaya a ser que se nos quede con algún trauma.

Curiosamente, a la inversa esta táctica no suele poner demasiados problemas: al subordinado se le pueden sacar todos los colores que se quiera y más y no tendrá derecho a protestar. En todo caso, se le da el derecho a suicidarse si es que "no puede aguantar la presión". Luego de despachar el asunto públicamente avergonzando al sujeto y diciendo de él que es que "no sabe admitir las críticas constructivas".

Lo que sí está claro, es que si habías pensado que para ser el empleado ideal tenías que ser:

- inteligente
- apuesto
- con ideas y capacidad de propuesta
- bien preparado

te has equivocado de cabo a rabo. Mejor siéntate tranquilito en tu cubículo y no levantes la vista de los papeles que te han dado para analizar. Así estarás seguro de mantener tu trabajo y tu salario, que corren tiempos malos para los revolucionarios.

Estamos en una época (quizás siempre lo estuvimos, pero claro, yo no vivía antes de la década de los 70 así que obviamente no lo puedo saber) donde lo que se premia es la mediocridad, la cobardía y el seguidismo. Se castiga, por el contrario, la brillantez y la capacidad de innovación, por mucho que las empresas más variopintas se llenen la boca con un montón de declaraciones institucionales sobre los "ejes estratégicos de actuación empresarial basados en la excelencia y en la eficaz gestión de nuestro activo más precioso: los recursos humanos".

Los así llamados recursos humanos sólo son borreguitos que saben callar y obedecer sin rechistar. Y no hay más. Afortunado el que sea así de nacimiento porque está claro que sufrirá muchísimo menos en estos tiempos raros que nos ha tocado vivir. Y los que no lo sean, que aprendan a serlo porque parece que lo de David contra Goliath sólo tuvo éxito una vez y fue hace muchos años.

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